Contra la violencia
Queremos abordar como parte importante de nuestros contenidos el tema de la violencia. Especialmente la violencia contra los niños. Aunque no dejaremos de tocar temáticas relacionadas con la violencia en general, sin exclusiones, porque toda violencia es perversa, por ello debemos indagar en sus diferentes formas de manifestarse, pero, especialmente, queremos desandar en esas pequeñas acciones que podemos desarrollar en nuestra cotidianidad y con las cuales podemos contribuir a bajar los niveles de violencia, al menos en nuestro entorno cercano.
Podemos observar, a través de diferentes medios, que la violencia es un tema que se denuncia con frecuencia, se aborda desde las acciones de los Estados y de los organismos internacionales. En efecto se ha analizado su origen, causas, consecuencias, formas de combatirla, sin embargo, cada día está más presente en la cotidianidad de las sociedades.
Ciertamente no hay una fórmula mágica para erradicar la violencia, menos aún en esta sociedad tan lenta pera reaccionar con medidas, y más lenta aún para accionar con políticas para curar un mal que avanza vertiginosamente. Usualmente las medidas suelen ser punitivas, pero no se buscan alternativas para abordarla cuando comienza a germinar en cualquiera de las instancias de la sociedad.
Estoy convencida que la escritura sobre temas relacionados con los sentimientos como la ternura, la esperanza, el optimismo y sobre todo con el amor en todas sus formas de manifestarse, constituye una herramienta certera para combatir la violencia. Porque la violencia germina en espacios donde la sensibilidad ha sido desplazada, anulada, perseguida. Mostrar nuestra sensibilidad ha sido asociada con frecuencia con la debilidad humana; esta asociación que se suele hacer es una añagaza, una estrategia artificiosa para hacer ver como malo o débil, algo que en verdad es bueno, maravilloso y que alimenta nuestra humanidad.
Ninguna manifestación de lo sensible es signo de debilidad. Contrariamente, es signo de fortaleza, de mucha fortaleza. Hay que ser verdaderamente fuertes para no aceptar perder lo que en esencia es nuestra humanidad. Hay que ser verdaderamente fuertes para resguardar nuestra capacidad de sentir y de manifestar con libertad afectos, sensaciones, emociones, ante la avalancha permanente de contenidos e informaciones que atentan contra nuestra capacidad sensitiva.
Las imposiciones de la sociedad constituyen también una forma de violencia que actúa en forma solapada. La sociedad global, con sus diversas modalidades, pero con patrones semejantes, ha diseñado el ocultamiento de las formas expresivas del ser. Se ha creado todo un entramado: protocolos, normas, sistemas, cuya finalidad es estandarizar comportamientos, sentires, actitudes, reacciones, todo con la finalidad de hacer de las personas seres previsibles. He allí una verdadera acción violenta multiplicadora de más violencia en cualquiera de sus formas.
Por ello hay que reivindicar la escritura sensible, la escritura de los afectos, de los sentires, de todo lo que nos hace verdaderamente humanos. Mientras redactaba este artículo encontré que la palabra “violencia” tiene 259 millones de búsquedas en Google, pero “amor” tiene 881 millones de resultados. Hay esperanza, porque los seres humanos queremos seguir indagando en ese sentimiento tan manoseado y a la vez anhelado. Por ello seguiremos leyendo, escribiendo y comentando el mundo de lo sensible, que nos es tan común, a pesar de las diferencias culturales y del marketing que se le hace a la violencia.