Escritores

Sergio Ocampo Madrid

En la breve biografía de su libro El amante fiel de medianoche y otros relatos (2014)nos dice que Sergio Ocampo Madrid, escritor y periodista colombiano, nació en Medellín, ciudad del Departamento de Antioquia. Allí también nos hace un breve resumen de sus obras publicadas: A Larisa no le gustan los scargots (Relatos, 2009), El hombre que murió la víspera (Novela, 2011) y Limpieza de oficio (Novela, 2013), también acaba de publicar Las distancias (Novela, 2023).

Quiero contar este fragmento de historia de vida que tengo de este escritor, gracias a un extraordinario taller de narrativa que imparte en el Centro Gabo de Bogotá, a través del Fondo de Cultura Económica. Pero realmente no quiero hablar propiamente de sus publicaciones, porque ellas por sí solas hablan de su calidad y calidez como escritor. Quiero hablar de la persona que percibí, en los sábados que tuve el privilegio de compartir en su taller.

Es un periodista con un claro sentido de la ética, no sólo en su escritura, si no en su forma de abordar los temas sociales o literarios que cuestiona o avala. Su personalidad es de una sensibilidad conmovedora, recurre a bromas, reflexiones, ironía y cuanto recurso pueda disponer para tocar al otro en su sensibilidad hacia el proceso creativo literario. En lo que pude corroborar tiene un genuino interés en compartir lo que sabe, lo que ha aprendido en su forja como escritor.

En cuanto a su nacionalidad, es un antioqueño muy bien plantado en sus convicciones de colombianidad. Tiene un profundo respeto y gran satisfacción por todo lo que intelectualmente ha producido y produce Colombia: “somos herederos de una herencia gloriosa”, afirma al referirse al legado literario colombiano, sin caer en el nacionalismo sensiblero y manipulador.  Es muy conocedor de las marcadas contradicciones sociales que caracterizan este país y desde su escritura periodística y literaria asume el compromiso de contribuir a curar esas contradicciones.

Es un erudito sin arrogancia, sin pretensiones de mostrar nada. En sus discursos expresa con espontaneidad comentarios totalmente pertinentes, acuciosos, ingeniosos y hasta con humor, sobre obras, autores, historia, acontecimientos, personajes. Es grato percibir que no cultiva excentricidades y su autenticidad manifiesta genera cercanía, respeto y sincera admiración de quienes le conocen.

Guardé especialmente una de sus frases que escuché al vuelo y me pareció hermosas: “la tristeza no es una emoción triste, es una emoción creadora” -haciendo alusión a circunstancias de un cuento y cómo tomar de esos elementos para nuestro proceso creador-. Puedo concluir que fue una experiencia gratificante compartir de cerca con quien ama la escritura, que además dice que tiene un “firme concubinato con la literatura”, cosa que nos encanta, y quien sabe cómo quedarse en la memoria del corazón, como diría el Gabo.

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